El pasado sábado 7 de febrero realizamos una reforestación
con 120 ahuejotes en la zona chinampera de Santa Cruz, en los linderos de Cuemanco.
Los ahuejotes son árboles endémicos de la zona lacustre de la Ciudad de México
y funcionan simbióticamente con el ecosistema artificial que es Xochimilco.
Estos árboles juegan una pieza fundamental en el moldeo y manutención de las
chinampas así como para la delimitación de propiedad. Son hogar de diversas
aves locales y migratorias que aún anidan en ellos.
Este fue un acto más de precampaña para la Jefatura
Delegacional que tuvo como objetivo mostrar la fragilidad del ecosistema
lacustre, hacer un llamado de intervención urgente para coordinar todos los
esfuerzos y rescatar especies en peligro –endémicas- así como de denunciar que
el abandono de las chinampas, por diversas razones, facilita la invasión de
éstas cediendo a la alta presión urbana.
Las chinampas, al no poder venderse, solo pueden mantenerse
vivas por dos medios: mediante la reactivación de la producción en éstas o
mediante proyectos productivos (turísticos, de reproducción de axolotes,
ganaderos, de pesca, etc.).
Si no existe coordinación política y, sobre todo
presupuestal, para la zona lacustre, los esfuerzos y recursos acaban siendo en
vano. En 18 años el suelo de conservación xochimilca ha retrocedido más de 30%
sin aumento poblacional, lo que expone la nula planeación y coordinación para
el desarrollo urbano y el desinterés de todos los niveles de gobierno por una
demarcación que merece atención mundial urgente.
Existen múltiples proyectos y presupuestos de decenas de
entidades gubernamentales para “rescatar” Xochimilco. Sinceramente poco de eso
se traduce en desarrollo sustentable. Ni si quiera es cuestión de recursos sino
de visión, transparencia, coordinación y planeación.